REVELACIÓN DE ULTIMA HORA


Anónimo del Siglo XX




Hacia Federico García Lorca


DESDE un finisterre cada vez más póstumo y más cerca, España peregrina me devolvió la altura de tu verso: Grito hacia Roma-Amor.


GRITO hacia España era, con la garganta herida de secas amapolas.

       "porque queremos el pan nuestro de cada día

       porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra

       que da sus frutos para todos".


Y ESPAÑA agonizada en el exilio, y el estertor de España desde dentro, perdidos en el cáliz de tu muerte:


DE UNA VEZ concluida la tragedia, -sangre y, después, mortaja-, apagada la luz del candelabro, exánimes las puertas de la sangre, a quienes aún permanecemos como último bastión del humanismo, nos queda irrestañable y dando tiempo al morir,

                                        la angustia de ya no ser.


CON el sabor a sangre del Cordero,

de un millón de corderos en los labios,

y con el sueño a cuestas de otra España, aún sabemos decir:


      Mataron al Cordero y Arrojaron su Carne al Muladar.


NOS quedan cuarenta años de odio para nadie; de amor, pero en silencio.

Los vientos que heredamos, vientos de resistencia, sólo fosas comunes, martirizadas lunas del exilio, nos separan de los sepulcros suntuarios, ofrecidos con escarnio de claveles y póstumos laureles oficiales, a los huesos que fueron sonoros de esperanza.


       Lo han escogido bien quienes al fusilarlo

       han querido disparar al corazón de su raza".


NOS queda España: clave y semilla de universalidad, asediada por el hampa de los intra, de los inri, de las multi nacionales. Tierra de libertades, hoy páramo de progreso. Cuna de místicos y profetas, ahora matria de curas, bachilleres y barberos:


España que fue un día sinónimo de esperanza, capital del dolor y de la gloria para los humillados trigales de la Tierra.


NO es la hora del canto y la ternura. Son cartas a los muertos las que tienen respuesta verdadera. Y escribo, y amortajo:

HEMOS puesto las manos en la brasa para salvar el fuego.

Hemos puesto las manos en el frío para salvar la nieve.

Hemos puesto la sal en carne viva para salvar, de España, su esperanza.


                             Ha servido de nada


HEMOS puesto tu verso en el silencio, levantado tu nombre hasta las águilas, hasta cicatrizarlo en las raíces del árbol clandestino.


                             Ha servido de nada.


PERO la libertad fue nuestra, como fruto mortal y prohibido: de quien cultive hierbas, tú escribiste, sobre la boca del muerto, sin dejarte llevar por los caireles de la rima.


                             Aunque sirva de nada.


PUES los que, yunque arriba, crecen sobre tu horrible asesinato, y los que, yunque abajo, seducen con tu voz prestada, ahora,


              ESTÁN tendiendo niebla entre la luz y el pueblo, están sembrando sombras de bienes y de siglas por donde el pueblo pierda sus caminos.


Y HASTA cuando ahora y nunca me pregunto, sin rama verde en que apoyar tu impulso, con qué medir la altura de tu vuelo, consiguieron, por fin, rendir tu espíritu.


Y SIN embargo, grito con la garganta herida de secas amapolas. Y grito mi recuerdo, sin odio para nadie y piedra a piedra, sobre un mar de epitafios, hacia España que vuelve, tarde y contigo Federico, con tu clara inocencia, al santuario dinamitado de la Libertad.

 

Poesías